EL TIEMPO COMO UN ELEMENTO DE ESTRÉS

Prioriza, deja pasar y adopta una organización flexible

Los días siempre duran 24 h y las semanas 7 días. Esto es una verdad universal. Lo que cambia es nuestra percepción. Nos pasamos los días diciendo que no tenemos tiempo: error, el tiempo no cambia, pero a menudo queremos extenderlo y “aprovecharlo” al máximo. Entendiendo como aprovecharlo realizar más de una actividad a la vez y contra más mejor. Piensa… ¿cuántas veces dijiste la semana pasada no tengo tiempo? Y lo que es más importante… ¿has notado cómo aumenta tu estrés cada vez que te dices esas palabras? El primer paso es darnos cuenta de que en numerosas ocasiones somos nuestra propia fuente de estrés pretendiendo realizar en un tiempo limitado un listado de obligaciones que te impones tú mismo. Claro que tenemos responsabilidades que debemos cumplir… ¿pero son tantas como te impones?

 

CREA UN HÁBITO PARA REDUCIR EL ESTRÉS QUE GENERAS POR LA FALTA DE TIEMPO

Para empezar sé consciente de que esto te ocurre. Y acepta que si no llevas a cabo un plan realista no podrás cumplirlo. Claro que me gustaría antes de acabar el día ir al gimnasio, quedar con una amiga, acabar el libro que me tiene enganchada.. y por supuesto trabajar 8h, llevar a los niños a las extraescolares, hacer la comida y cena, la compra , recoger la casa…pero no se puede. Ni tú ni nadie.

 

 

PRÁCTICAS PARA “GANAR TIEMPO”

     

    Apunta cuántas horas tienes libres de trabajo fuera de casa  al día (en la oficina, la empresa…trabajo remunerado). Escribirlo te permitirá darte cuenta de las horas sin obligaciones de las que partes.

    Sé realista: no se pueden hacer dos actividades a la vez. Una detrás de otra y la que no se pueda hacer hoy, para mañana. Poco a poco te permitirás tener más tiempo para hacer lo que te propones en lugar de llenar tus horas con más ocupaciones y compromisos.

    Prioriza: seguro que es importante lo que te planteas o puedes dejarlo pasar. Piensa en cuanto de importante y urgente son las imposiciones y quién lo dice. Es una verdad absoluta o es un lazo que te pones tú mismo al cuello y que vas apretando cada día.

    Detecta aquello que hasta ahora te obligabas a  realizar porque considerabas trascendente y pregúntate si sigue siéndolo para ti o lo es para otros. Deja pasar todo aquello que no tiene que ver contigo, que no te interesa y realmente no estás comprometido. Tú no tienes que ocuparte de todo.

    Piensa si eres capaz de decir que no: a tu jefe, a tu madre, a tu hijo…No siempre es puede estar para los demás en el momento que te lo piden.  Con calma contesta diciendo que en cuanto te sea posible. Tenemos dos manos y tu salud mental te agradecerá ocuparte sólo de un quehacer al mismo tiempo.

    Por último sé flexible: si habías pensado llevar a cabo una tarea concreta y no es posible, acéptalo. Habrá otro momento para realizarla. La rigidez respecto a lo que debería ser, hacer o pensar sólo te trae más estrés. Haz un plan realista de  actividades y ve modificándolo sobre la marcha porque en nuestra vida hay muchos imprevistos. Deja cabida para ellos.

     

    CREA TU RUTINA PARA GANAR TIEMPO

    Practica diariamente los puntos que te he descrito. Darte cuenta de que te ocurre es el primer paso, pero la  repetición de este proceso es lo que te permitirá automatizarlo y reducir el estrés de forma sencilla. No es que de repente lo que ocurra no importa, sino que eso va a psar igualmente a pesar de ti, de que corras y aumentes tu cortisol. Decide cómo quieres vivir.

    Si te ha gustado déjame un comentario y comparte.

    Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.
    Privacidad