Etiquetas nutricionales
La herramienta fundamental que tenemos a nuestro alcance para conocer el contenido de los alimentos es el etiquetado que presenta. Es fundamental que te familiarices con él. El problema es que en muchas ocasiones la información que desprende el producto es confusa. Indicando niveles de las sustancias no deseadas que podrían parecer bajas porque las describen para una cantidad pequeña de producto. Además con frecuencia destacan ventajas del alimento que verdaderamente no produce un impacto positivo en tu salud, pero resulta un reclamo publicitario.
LISTA DE INGREDIENTES
Antes de elegir un producto debemos ver cuántos ingredientes contiene. Las listas largas de componentes nos sugerirán que el alimento que tenemos entre manos en un ultraprocesado. Los componentes están ordenados de mayor a menor proporción. Así, el alimento que aparece en primer lugar es el que está en mayor cantidad. Nos interesa saber si el primer ingrediente es el que esperaríamos al comprarlo y en qué porcentaje está: es decir si queremos comprar jamón dulce y este sólo está en un 70%, debemos preguntarnos… ¿el otro 30% qué es? Hay que tener en cuenta que el azúcar puede venir camuflado de muchas maneras: siropes, fructosa, dextrosa,melaza jarabe de maíz o maltodextrinas. Por último en el listado de ingredientes aparecerán una serie de aditivos más o menos larga. Algunos de ellos son necesarios porque se añaden para asegurar una conservación adecuada de los alimentos. Pero otros muchos son totalmente prescindibles ya que son potenciadores de sabor o colorantes que mejoran el aspecto o le aportan un sabor más intenso.
COMPOSICIÓN NUTRICIONAL
Fíjate en el porcentaje de nutrientes que tiene un producto antes de incluirlo en tu cesta. Habitualmente se expresa por 100 g de producto. Nos da información sobre las calorías. Pero más importante que el valor energético es conocer en forma de qué nos aporta las calorías. Hay alimentos muy calóricos pero prácticamente sin nutrientes como pueden ser aquellos ricos en azúcares o grasas. Los hay muy calóricos pero muy ricos nutricionalmente hablando, como los frutos secos. En cambio hay alimentos con pocas calorías pero que son altamente nutritivos, muy adecuados cuando necesitamos reducir peso, como los lácteos desnatados, por ejemplo. Un aspecto para tener en cuenta es que se confunde el que un producto light o bajo en calorías sea saludable. Puede ser que tenga menos calorías, pero hay que ver si las que tiene nos aporta nutrientes o calorías ricas en grasas no recomendables y/o azúcares.
No te dejes engañar con publicidad llamativa y atractiva. Por último, no consumas productos ultraprocesados porque contengan vitaminas, minerales o fibra: todo ello lo puedes obtener de forma natural, nunca serán una buena fuente de nutrientes.